Llena tu cabeza de Rock. La educación subliminal. 1ª parte
Los discos que cambiaron la historia del rock Una apuesta decisiva por la música de vanguardia
The Rock Machine Turns You On
Al menos para algunos zagales que cuando se despedían los fantásticos sesenta nos pusimos las pilas en España con dos increíbles ediciones de la multinacional discográfica CBS, The Rock Machine Turns You on (1968) y Llena tu cabeza de rock (1970), dos volúmenes que avanzaban lo que iba a significar en el mundo de la ya definida como música Rock la inminente década de los setenta y el fin de siglo.
Llena tu cabeza de rock
En realidad, Columbia no arriesgaba tanto en aquellos elepés recopilatorios puesto que aparecían en ambas ediciones artistazos ya consagrados por aquel entonces, como Bob Dylan, Leonard Cohen, Santana, The Byrds, Blood Sweat & Tears, Simon & Garfunkel, Chicago o Janis Joplin. La estrategia americana consistía en vender ambos discos bajo el reclamo de estos figurones, algunos de ellos descubiertos en Woodstock o Monterrey, las dos grandes citas de finales de masas en directo de los sesenta y de paso regalar los oídos con los sonidos de otros artistas casi desconocidos y por tanto menos afortunados en ventas y popularidad. En ningún caso en calidad artística porque a través de aquel par de entregas muchos pudimos conocer en nuestro país la mítica de Mike Bloomfield, por ejemplo, unos de los guitarristas más grandes que ha dado el blues blanco, muerto prematura y lamentablemente como muchos de aquellos jinetes de caballitos desbocados. Bloomfield manejó con maestría de pionero la acústica (un ruego: escuchad si podéis su álbum If you love these blues play them as you please) y la eléctrica (fue la primera guitarra con amplificador que empleó Bob Dylan en Newport y en Blonde on Blonde). O el mítico Taj Mahal en una versión alucinante del Stateboro Blues, o The Zombies de Rod Argent con aquella canción con la que muchos aprendimos a imaginar sueños de sugestiones y acaloramientos, Time of the season. También Spirit, emocionantes en Fresh Carbage, una de esas canciones perfectas; Moby Grape, atómicos y didácticos en aquel mensaje demoledor llamado Can´t be so bad , Roy Harper, Flock, Black Widow, Skin Alley, Steamhammer o hasta el albino de los albinos Johnny Winter.
Rock 71
Comenzada ya la nueva década, pronto apareció Rock 71, también de CBS, en el mismo tono de sus entregas anteriores y casi con el mismo reparto aunque incluyera entre tanto divino, sin que muchos entonces se explicaran su presencia en aquella selección, la gran figura del jazz Miles Davis, suspirando el trompetista aquellos días por la compañía musical del guitarrista perdido entre bambalinas ácidas y sonidos recién estrenados, Jimi Hendrix. A él y al eterno desencuentro estaba dedicada en parte la obra que interpretaba Davis en aquella formidable grabación del 71, Bitches Brew.
Pinchamos ahora aquellas reliquias (en vinilo, ojo) y no ocurre como suele suceder con algunas otras obras artísticas -música, cine, arte, literatura...- que el tiempo las ha devorado y las ha reciclado como compost, como abono orgánico para la memoria descompuesta, restos inservibles de tu propia evocación ahora convertida en pura basura, no nos engañemos. En cambio, en estas obras de CBS recibimos lecciones magistrales prácticamente desconocidas históricamente, como la portentosa exhibición de Moby Grape, ya comentada o, en otro ejemplo más rimbombante, la de una banda psicodélica llamada The United States of America que en I won´t leave my wooden wife for you, sugar adelantaba ya la inminente llegada de la sofisticación electrica con los primitivos secuenciadores y sintetizadores Moog, todo ello adornado con un discurso abiertamente comunista y explotando el recién estrenado arte de la performance. El tema es una bomba de relojería y venía incluido en su álbum de presentación El jardín de las delicias terrestres: la CBS (hoy Sony Music) contra el mundo corriente, la ordinary people... quien lo iba a sospechar. Siempre he atribuido esta presencia a la inapelable influencia que ya ejercía por aquel entonces The Mothers of Invention de Frank Zappa a todas las bandas californianas disconformes con lo establecido y Vietnam echaba humo esos días. Al final, curiosamente, Frank Zappa acabaría editando obra en CBS.
Portada interior de Rock 71
The Byrds también aparecen en este traqueteo discográfico con un emocionante Dolphin Smile en el primero de los dos álbumes, una canción que me traslada inevitablemente a aquellos años de adolescencia, frágiles como el cristal, hermosos como cualquiera de nuestras turbaciones. Allí estaban todos, todos los que siempre debieron estar: Roger Mc Guinn, David Crosby, Gene Clark, Chris Hillman y Michael Clarke. Las doce cuerdas de la Rickenbacker de Mc Guinn y las armonías vocales de Crosby y Clark me/nos han acompañado a lo largo de toda una vida.
It´s a beautiful day
La espectacular irrupción de It´s a beautiful day en uno de estos discos (Rock 71, con Don And Dewey) llegó tarde puesto que la banda andaba en tramites de separación cuando salió el doble, pero lo que acababan de hacer con su álbum de debut y su inolvidable mensaje White Bird le otorgaron merecidamente a la obra el título de obra maestra. El grupo de David LaFlamme (tocaba un violín de cinco cuerdas) ahora simboliza el espíritu de San Francisco en aquellos años de peace and love, pero la banda suena aún hoy como un cañón en cada uno de sus temas.
Con los Beatles en estado de shock,
Brian Jones buceando de por vida en su propia piscina, Janis Joplin,
Jim Morrison y Jimi Hendrix engalanando sus relucientes casas de campo a estrenar, estas tres ediciones españolas de la Columbia sirvieron, al
menos, como cabalgata de apertura de una época dorada de grupos y
discográficas, solistas y sorpresones (toda la factoría Warhol lo fue con
Velvet Underground como estrellas). La competencia a CBS fue
extraordinaria, pétrea, vigorosa, con bandas como Led Zeppelin, los
restos de Cream, los Mothers de Frank Zappa, toda la música de la
costa oeste americana y el relevo británico de Jethro Tull y otras
evocaciones que contaremos en la segunda parte de esta memorabilia.
La música de rock comenzaba un largo y fructífero periodo.
En el siguiente capítulo: El Pea. La educación subliminal. 2ª parte
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