30.12.12

Alt-J, esa ola que impresiona

Los Discos del Año 2012
Diciembre: An Awesome Wave. Alt-J

Quizá por novedosa, porque significa un estreno absoluto (estreno por cierto preparado durante los últimos cinco años) de disco y banda. Y se agradece. El trabajo aporta frescura y gusto y reingresa con delicadeza algunas batallas olvidadas o diluidas en viejos paladares. Pero son nuevos en la metrópoli, jóvenes, valientes, arriesgados y talentosos en muchos pasajes de An Awesome Wave. Si recuerdan a Radiohead es por la mítica y la ampulosidad, a veces no pretendida, de los también británicos chicos de Thom Yorke, aunque en las voces me quedo con Yorke. A Joe Newman, el cantante, a veces se le va el galillo exageradamente lo que te llega a pensar que lo hace intencionadamente (ya lo escuché antes en los americanos Fleet Foxes o Animal Collective) y que supone un nuevo y reticente recurso. Pero hay una sobriedad gigantesca en algunos temas que llaman poderosamente la atención. Un debut gratificante, sin duda. Aunque, no se,  me da la impresión personal de que tardarán en repetir una obra similar. Ojalá y me equivoque.



29.12.12

Miguel Barnés, El Legado



Justo un año después de su desaparición física, como si fuera posible alguna desaparición cuando hablamos de artistas, cuando presenciamos su obra como siempre: cuando queremos y nos apetece; cuando el personaje corre de boca en boca en los corrillos de colegas y se instala definitivamente en la memoria, cuando se convierte en imagen nítida; él, su obra, con la que en algún momento concreto hablamos y hasta discutimos el momento de su presentación...

Justo un año después de su lúcido adiós despidiéndose de los más cercanos de la manera más resuelta y honrosa. Un año después, el Museo Provincial del Parque Abelardo Sánchez expone la obra que él mismo les entregó quien sabe si consciente de su prematuro, aunque desconocido, nuevo largo viaje esta vez a la eternidad. Cuarenta y un trabajos magníficos que alumbran un nuevo campo de investigación para rematar la excelente jugada, ojalá y no se dilate demasiado, en la gran antológica que Barnés merece desde que cogiera los primeros pinceles hace ya otro tiempo que ahora se antoja pasado, presente y futuro de una sola tacada. Barnés eterno.

Felíz año nuevo, Miguel.  



Justo hace un año, decíamos: El Nuevo Viaje de Miguel Barnés

27.12.12

A los que pueda NO interesar




Al último bellaco

Cada mañana aparece un nuevo aspirante a sinvergüenza.
Estamos inmersos en una espiral inmunda que cría cuervos como churros, como churros madrileños que socavan nuestras cada vez más dañadas neuronas. Este viejo sonsonete que aquí se escucha empieza a ser nuestro único grito de reproche ante la des-facha-tez.
El turno ahora es para el presidente de la comunidad de Madrid cuyo nombre prefiero ignorar, otro mamarracho más que añadir a la larga lista que, en su caso, comenzaba con aquella espantaja aristócrata más conocida como Enanito Pimentón o Sara Mago, para los curtidos en disparates.
El tipejo cuestiona la legalidad de la huelga, nada mas y nada menos y uno se alinea con los aquí presentes para gritar de una vez por todas que se callen de una puñetera vez estos especímenes, nocivos para cualquiera que tenga el mínimo sentido común. No solo no estamos obligados a convivir con gente de estos conocimientos duchos en la mejor de las prácticas mafiosas sino que nos unimos a este canto libertario para que de una vez por todas desaparezcan de la faz de la tierra madrileña.
A Pakistan, que se vayan a Pakistan.

19.12.12

003, El Concierto del Año



Exhibición de 3 músicos internacionales en el Heartbreak.


Se gustaron y nos gustaron. El concierto de la otra noche en Heartbreak pudo pasar perfectamente por El Concierto del Año en Albacete, con la venia, concedida supongo, del que vimos hace solo un mes de Kenny Garrett en el Teatro Circo. Al de la otra noche le concedo tal atribución por los méritos compartidos. Los de ellos, los músicos: Fran Heredia, Agustín Lozano y Muñoz La Bestia y los de los que acudieron a la llamada de una previsible grata sorpresa dados los antecedentes, por separado, de los protagonistas por su buen gusto y tino. Con estos tres tipos juntos cualquier cosa podía pasar. La fragancia del buen género en la atmósfera. El olor a triunfo. Para no perdérselo.

Que 003 empezaran y acabaran con Deep Purple solo fue un soplo, porque a los cuatro minutos ya estaban tocando por Prince (Kiss) o por Steve Ray Vaughan, en un homenaje que le había hecho un tercero y que se apropiaron con todo el descaro y con todas las atribuciones suficientes porque para eso Fran Heredia hace ya mucho tiempo que debería estar en Louisiana o en Los Ángeles, pero aquello está donde Colón y  Schwarzenegger hicieron amigos y además andan siempre armados hasta las cejas. Agustín Lozano no debería andar muy lejos, si acaso en Chicago, en Detroit, en Brooklin..., pero allí también suenan tormentas o el jodido clicar de los cargadores. Salvajismo, esquizofrenia, dominio. Que les den.


Digo todo esto porque la categoría de los músicos que vimos el sábado en el escenario es francamente internacional. Ojo, no digo regional ni nacional. Arreglaron casi todos los temas que se escucharon -o sea, que no sonaron tal cuales- y allí había tesoros musicales de Jimi Hendrix que pocas veces uno ha escuchado en directo, como Who Knows, esa soberbia cantinela que abre el original Band of Gypsys, con un descomunal Buddy Miles destrozando baquetas. Mira, por cierto, ése fue uno de los pocos lunares que encontré en el endiablado repertorio que escuchaba. Lozano y el Facas se enzarzaron en disputarse el protagonismo del tema y reservaron a La Bestia para otra faena posterior cuando a mi entender el batería almanseño estaba ya reclamando su minuto de gloria sobre todo por el lucimiento que hacía en el original aquel voluminoso batera de Jimi, otro bárbaro. No importa, al cabo llegó La Bestia con fanfarrias y golosinas. Además, si andaba con la mosca en la oreja se me fue pronto al oír la formidable interpretación que hicieron de uno de los temas de mi vida, All allong the watchtower de Bob Dylan, aunque la versión fue claro la de Jimi Hendrix.

De lo mejorcito, y fue mucho, que se escuchó fue el arreglo que hicieron de otro standar rockero, I can´t get enough, de Bad Company con un Facas a la altura de Paul Kossof o Mick Ralph, aquellos peludos setentinos del power rock británico más acreditado. Con los tiempos cambiados -más lento- con el regusto de los coros -muy bien Heredia- y con Agustín como una sinfónica, cantando y exhibiendo bajos al mismo tiempo, aquello era rozar el cielo con los cubitos del bareto sobre las nubes. Soberbios, espectaculares, explosivos, superiores, el trío se lanzó a una interminable exhibición que repasó lo mejor de la fusión -Mike Stern, en otra Scott Henderson-, del blues, del soul -Ray Charles/John Mayall-  y hasta del atrevimiento, homenaje incluido a los Bee Gees en un acercamiento insolente a su célebre y travoltiano Stayin´ Alive, más cerca de los albaceteños República Gorila que de los pintamonas del falsete.

"Vamos a destrozarlo", bramaba Agustín Lozano cada vez que se le ponía un héroe por delante.

Con el asco que dan los telediarios, la provocación continua de ese puñado de fanfarrones y señoritas gubernamentales incitando diariamente a la violencia, la violencia prefiero sacudirmela así. Con la llamada vehemencia emocional. Ahí siempre me apunto. Para lo otro, nos vemos en los bares.

003. LA BANDA

Fran Heredia (Guitarra, coros), experimentado guitarrista, conocido entre otros trabajos por su pertenencia a Zeus, uno de los pioneros del metal nacional, y su aportación a la banda de Manolo García, con el cual participa en el disco “Nunca el tiempo es perdido” y en la gira subsiguiente.

Agustín Lozano (Voz, bajo eléctrico), conocido por su álter ego, Hermano Lobo, con cuya banda edita varios discos, y por otros grupos como The Picos Pardos o Into Jazz, así como por ser el ganador para España y Portugal del concurso “Yamaha Bass Hero”, que premiaba al mejor bajista.

Muñoz La bestia (batería), actual batería del grupo de “El Pescao”, que ha tocado en bandas de distinto signo como The Rollers, la Big Band de Almansa o Poncho K.
  

7.12.12

Saint Etienne, el gusto por la música



Los Discos del Año 2012
Noviembre: Words and Music. Saint Etienne

Que la música que escuches sea mas o menos blanda, dura, áspera, lúgubre, lírica, épica, poética, bucólica... es pura entelequia personal, una simple interpretación de cada cual. Para eso están los momentos que vives cada día: un paseo matinal entre arboledas y hojerío otoñal, un viaje entre acantilados (conocí a un tio que llevaba siempre en el coche Graceland de Paul Simon, por si esto le ocurría), una siesta veraniega al pie de una carrasca, una tarde de invierno, de esas de chimenea y brandy... Fíjate, todas estas situaciones se podrían bordar con Words and Music, el último disco de Saint Etienne desde 2005. Recuerdo aún el Sound of Water (2000) que me acompañó en alguna de esas vicisitudes. No siempre hay que llegar a The Man I Love de Billie o Straight No Chaser de Monk para epatar, para arrastrarte por la alfombra, basta escuchar When I Was Seventeen de este disco para gozar de esos placeres  regalados que otorga el espacio, el azar.

Sarah Craknell, Bob Stanley y Pete Wiggs, o sea Saint Etienne, lo han interpretado perfectamente en este trabajo y se han dejado llevar por los innumerables títulos de canciones que imprimen en la portada del disco. Su propio barrio. Sus apetencias y azares. Lo han hecho con gusto y nos han regalado unos cuantos ratos de encantamiento para este invierno, para este jodido invierno repleto de cabreos y frustaciones. Es de agradecer.


5.12.12

Muere Dave Brubeck


A los 91 años y a consecuencia de un infarto. Con una última presencia, junio de 2010, en el Blue Note de NYC. Grande entre los grandes y con dos obras inolvidables: Time Out, en 1959 o Blue Rondo a la Turk. Su Take Five quedará para los restos. Gracias a ese tema, a Paul Desmond, Gerry Mulligan, Stan Getz..., el jazz se hizo un poco más popular, siguiendo la senda marcada por Duke Ellington o Louis Armstrong. Cuando mueren los grandes y recibimos la noticia la música de jazz se eleva y flotamos en otras dimensiones. Sirva de consuelo ese legado para el resto de nuestros días.

Sirva este otro video como homenaje a Brubeck. Esta si que es una cuestión personal. Es como si a través de Donald Fagen esos mundos a veces tan diversos, tan distantes, el pop (mainstream) y el jazz, se hubieran estrechado la mano, se hubieran hermanado para darnos a mas de uno una alegría, como una justificación por el tiempo desperdiciado oyendo tontunas o, en definitiva, por lo grande que puede ser la música, los músicos (Fagen) y lo felices que nos pueden hacer en momentos determinados. Viendo el video, recordando la nueva frontera, cómo se muestra la portada de Time Out y pese a la muerte de Brubeck, este puede ser uno de esos momentos:




4.12.12

Surfin´Bichos, otra vez




Se edita por fin Buzos Haciendo Surf, el documental de Rogelio Abraldes

Viene a parecerse como un movimiento cíclico. La carrera musical del grupo albaceteño Surfin´ Bichos es como una montaña rusa, un voy-y-vengo, desde que debutaron hace muchos, muchos años, en un efímero garito del Callejón de las Monjas, Lacama, una especie de CBGB manchego que cumplía todos los requisitos enciclopédicos del Garage Rock como también ya venía ocurriendo en sitios más proclamados internacionalmente como, por ejemplo, Seattle o Berlín. Nada especial aquel cuchitril, difícil de memorizar por su exigua existencia. Allí, aquella noche, Carlos Cuevas debutó como batería, Jose Mari Ponce le pegaba duro al bajo y Fernando Alfaro arrojaba por primera vez los textos y neuras guardados  íntima y escrupulosamente en lo que después resultaría ser la biblia negra del grupo, su cuaderno de ruta personal, una cangrejera.

Lo que llegaría después transcurrió en unos pocos años de la década de los noventa. Y punto final. Discos, actuaciones en espacios similares de la geografía nacional, carretera, mucha carretera y poco más. Las incorporaciones de Joaquín Pascual, inmediata, y Jose Manuel Mora sustituyendo a Ponce conformarían el sonido característico de la banda ante la admiración de un puñado de incondicionales que de manera bastante llamativa fue creciendo con los años.

Yo creo que esa es principalmente la razón de su longevidad; me explico, de ese curioso efecto sierra que define su carrera y su intermitente presencia en el mundo de la música rock.
Dejando al lado los términos grupo de culto, underground, minoritario, que tanto disgustan a su manager de aquellos años, Manolo Rock, al que solo le interesaba que fueran ricos y famosos para pegar un pelotazo empresarial (que yo sepa Sebadoh, Tinderticks o Nick Cave nunca entraron en los 40 Principales) SB fueron siempre un grupo de rock, alternativo o independiente, pero un grupo de rock y el estilo y, si se me permite, los genes, debe corresponder fielmente a sus principios. Yo mismo (por mi pertenencia a grupos mediáticos) le hablaba entonces a los miembros del grupo de componer, arreglar, ¡un solo tema!, para entrar en las listas de éxitos con más facilidad ante la perplejidad de la banda. Se reían de mi. No entraba la propuesta en sus códigos de comportamiento, en sus registros. SB fue siempre un grupo de rock al más puro estilo, repito. Genuinos. Con sus pros y sus contras. Mientras el grupo estuvo en la carretera fueron mas contras que pros.

La explicación del “movimiento sierra” al que aludo se basa en la oscilación continua a la que ya vamos acostumbrándonos los que de una manera o de otra hemos seguido la trayectoria de la banda desde 1988 hasta 2012:
Primero, se juntan y se divierten. Discos y carretera.
Después, se separan. Silencios
Aparece el libro biográfico, Sermones en el Desierto, de Jota Martínez Galiana y todos vuelven a hablar de SB.

Mas tarde les organizan una gira donde afloran los incondicionales que cada vez son más porque resulta que les echaban de menos y ha corrido el boca a boca. Llenos absolutos en Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, Albacete, claro, etc. Grupo Nacional Indie en Radio 3.
De esta gira aparece un grupo de leales que deciden, sin un puto duro, sin nadie que sufrague gastos, grabar el tour, rodar en vivo y en directo (las cámaras se meten en las furgonetas, en las gasolineras, en los conciertos, debajo del bombo, en la última tecla del piano, en los camerinos...). Otra pausa.
Al poco tiempo se estrena el documental en Abycine y se pasea posteriormente por otros festivales de cine, Barcelona, Gijón...). No hay edición porque sigue sin haber un céntimo ni nadie interesado en explotarlo. De nuevo todos vuelven a hablar de SB.

Posteriormente aparece un disco, Perros Felices, que ya no cuenta solo el repertorio SB sino que va más allá: se escuchan a las diferentes bandas que han gestado los miembros del grupo en el trajín del voy-y-vengo. Como la cosa también es una decisión particular de otro buzo cualificado, Javier Hernández, todo queda en unos cuantos privilegiados que obtienen el disco.






Por fin, en 2012 (he omitido los años de cada guirigay para no parecer esto una memoria histórica) se edita el esperado Buzos Haciendo Surf, el documental de Rogelio Abraldes estrenado como tal en Abycine y con un segundo disco de extras y actuaciones en directo (algunas en Albacete muy celebradas). El equipo del milagro lo forman el propio Abraldes, el productor Carlos Valcárcel, el guionista Gabriel Molero y una serie de profesionales de alta alcurnia que corren con los gastos de viajes, cámaras, post-producción, cervezas y chiringuitos de carretera. Sí, un milagro, una aventura de apasionados de la música SB y del cine en general. Vuelto a ver el pasado domingo, 4 de diciembre, en el cine Capitol, la cinta es otro elemento de culto (como diría Manolo Rock) muy a la altura de los excelentes documentales musicales que venimos viendo recientemente en la televisión, sólo que esta vez trata de un grupo nacional de rock y aquí la cosa se hace más relevante por pionera, por original, porque es un gran trabajo de edición y porque, estoy seguro, va a abrir nuevos caminos en la difusión del género rock en nuestro país. Mientras, las multinacionales, las indies y la industria discográfica en general siguen sin enterarse de nada, como ya se comprobó en otro excelente documental que nos brindó recientemente Luis Alfaro, Auto, en el último festival  Abycine.

La pequeña joya ya está a disposición de todos en Disquería, en la calle Salamanca y, probablemente, en las tiendas discográficas especializadas del país. Vale la pena tenerla en casa. Al fin y al cabo es nuestra cultura musical contemporánea, sí Manolo, sí.