Hay quien tiene que esperar horas, días, para verle. Hay quien después de verle espera horas, días, hasta volver al altiplano y recuperar el aire que quedó en la montaña. Cuando planea, en realidad está buscando cadáveres. El cóndor no caza, no captura, no mata, no arrastra presas, las devora una vez muertas. Por eso, Anne y Mónica, autoras de la foto, disfrutaron de su presencia aunque olvidaron respirar unos segundos. Los suficientes para mover un músculo que alertó al carroñero y le alejó hacia otros confines más dispuestos.
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