8.3.10

Ray Loriga: pasando por aquí




Loriga tiene un plan

Jueves, 11 de febrero, la Concejalía de Cultura concierta con el polifacetico escritor Ray Loriga una conferencia en Albacete, Sala José Saramago. Me llaman para hacer de anfitrión en la mesa de operaciones. Quedamos, nos vemos y salen las cervezas a relucir. Con una cerveza las cosas se ven de otra manera. Menos oficialistas, más cercanas. Loriga es un tipo accesible, nada envarado, con el que es muy fácil conversar. A los dos minutos confiesa: "Creo que la conferencia que tengo preparada puede ser excesivamente fría y ligeramente distante y yo ahora tengo el cuerpo de charla y cercanías. No me apetece soltarla así como así en plan florido. Me gustaría más hablar de las cosas que manejo en plan funcional. ¿Te atreverías a charlar entre nosotros y provocar el coloquio en los asistentes?".  "Bueno", le digo, "No me muevo mal en esas tesituras, algo me tenían que regalar tantos años de radio". Piscinazo y sin flotador. De todas formas, en Ray Loriga se dan las circunstancias de que todo lo que toca, todo de lo que habla y escribe es parte fundamental de lo que me ha formado como persona e incluso como profesional: La música, el cine, los libros, el espectáculo... ¡el futbol!.


Hablemos de Loriga: De acuerdo que haya sido calificado en sus inicios literarios, en esa costumbre nacional que tenemos de otorgar etiquetas gratuitamente por aquello de evitarnos análisis más reflexivos sobre la auténtica identidad del personaje, como un escritor punk (lo he leído en alguna parte), rock, incluso se le ha catalogado como un escritor beat, en una suerte de expresión nacional de la generación Kerouak, Neil Cassidy, Ginsberg, Corso, Ferlinguetti..., todos ellos vinculados de alguna manera al mundo del jazz.


Nada de esto es absolutamente cierto. Ya me dirán que tiene de punk o de literatura beat, el relato cinematográfico sobre la matanza de Puerto Hurraco en 1990 (guión de la película de 2004, El Séptimo Día, de Carlos Saura) o en la adaptación también cinematográfica de la novela que Pedro Almodovar llevó para el cine en Carne Trémula. Es posible que existan referencias generacionales de Loriga hacia esos mundos exageradamente etiquetados, pero nuestro hombre hoy se revela como un escritor de novela contrastado, como exitoso guionista de películas y como director cinematográfico, considerado como tal cuando reincide en la dirección de Teresa el cuerpo de Cristo, después de debutar en 1997 con La Pistola de mi Hermano, basada en una novela propia, Caídos del Cielo. ("El cine hoy me quita mucho tiempo. Dirigir peliculas es un verdadero engorro. No sé cuando volveré, si es que lo hago" sentencia meditabundo).

Lo de la cercanía personal lo decía porque si a todas estas aficiones usuales como el cine, la música y la literatura le sumamos:


-su profundo conocimiento del fútbol en sus acertados análisis de la liga española y otras opiniones;
-su pasión por la ciudad de Nueva York, donde además vivió (no inventó Manhattan pero sí escarbó en sus alcantarillas);
-su sentido epitafio a un personaje irrepetible como Michael Jackson;
-su adhesión inquebrantable ante un templo mítico del jazz y de la escena como el San Juan Evangelista, el popular Johnny
y en definitiva, es cierto, su conocimiento también amplio de la música que más he escuchado a lo largo de los años... Loriga se destapa como un notable notario de mi crónica diaria. Creo, estoy convencido, que no estoy solo en esa impresión, disculpadme, interesadamente íntima.

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