Quasar Dança muestra lo mejor de la música y la danza brasileña
Resultó célebre aquella inolvidable toma escénica donde en la casa neoyorkina del saxofonista americano Gerry Mulligan el pianista brasileño Antonio Carlos Jobim trata por todos los medios que el afamado jazzista marque el tiempo exacto de So danço samba, uno de los temas más populares del gran pionero y maestro de la bossa nova. Tom Jobim se armó de paciencia porque sabía que Brasil estaba entrando en la historia de la música contemporánea. Cuando años más tarde, 1974, Jobim se encontró con la estupenda cantante brasileña Elis Regina y grabaron aquella enciclopedia discográfica que titularon con sus propios nombres el mundo ya estaba rendido a sus pies y el encuentro artístico resultó descomunal, definitivo: habían grabado, posiblemente, el mejor disco brasileño de la historia, Elis & Tom.
Resultó célebre aquella inolvidable toma escénica donde en la casa neoyorkina del saxofonista americano Gerry Mulligan el pianista brasileño Antonio Carlos Jobim trata por todos los medios que el afamado jazzista marque el tiempo exacto de So danço samba, uno de los temas más populares del gran pionero y maestro de la bossa nova. Tom Jobim se armó de paciencia porque sabía que Brasil estaba entrando en la historia de la música contemporánea. Cuando años más tarde, 1974, Jobim se encontró con la estupenda cantante brasileña Elis Regina y grabaron aquella enciclopedia discográfica que titularon con sus propios nombres el mundo ya estaba rendido a sus pies y el encuentro artístico resultó descomunal, definitivo: habían grabado, posiblemente, el mejor disco brasileño de la historia, Elis & Tom.
Elis fue una mujer conflictiva para su país. Criticaba la dictadura en cuanto tenía ocasión y eso le acarreó algo más que amenazas. Su rápida y desgraciada muerte, a los 36 años, siempre estuvo rodeada de un halo misterioso. Murió, oficialmente, por una sobredosis de drogas, tranquilizantes y alcohol en 1982, pero los resultados de la autopsia tardarían demasiado tiempo en ser conocidos lo que, según quienes la conocían, acusaba directamente a los altos mandos de la dictadura militar. Su voz era puro terciopelo, su risa estentórea y agradable sonaba íntima cuando interpretaba con Jobim Aguas de marzo, delicada en Corcovado, sensual en So tinha de ser como voçe. Una reina. Antonio Carlos Jobim no era un rey, fue el dios de la samba que supo manejar como nadie la cadencia, los espacios y la ternura en la interpretación. Dijo a todos los grandes músicos brasileños como debía hacerse. Marcó el único camino posible para su representación.
Ahora, Henrique Rodovalho y su reputada compañía de danza brasileña Quasar pasean por todo el mundo aquella maravilla que construyeron Ellis y Tom en 1974. La recrean en una coreografía en la que confluye música y danza, obra completa, con ingredientes poéticos, un tanto nostálgicos, sin caer nunca en sentimentalismos. "El mayor desafío era incorporar otro lenguaje artístico a la obra musical acabada e intocable de Tom Jobim y Elis Regina. Huir de los excesos, evitar lo obvio, alimentar la memoria emotiva", dice Rodovalho con entusiasmo. Los solos, los dúos, los tríos y el trabajo corporal se intercalan con maestría. El baile es de línea abstracta. los cuerpos de los bailarines danzan por mero deleite. Su movimiento es de una continuidad hipnótica. La escenografía de Letycia Rossi a base de teclas de piano y el vestuario de Cássio Brasil, todo en blanco, confieren a Só tinha de ser com você un carácter diáfano y elegante que contrasta con la pasional música de la bossa nova: "Era necesario dar cuerpo a un diálogo contemporáneo del movimiento con canciones cristalizadas hace tres décadas. Este cuerpo es refinado, lógico y matemático".
Só tinha de ser com você (Sólo podría ser contigo) es el nombre del espectáculo y estará en el Teatro Circo de Albacete el 22 de abril. Obligado
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