23.1.14

Mother in Law en Albacete, el orgullo de las rotondas

 La historia de una fantástica carambola del destino

A veces, las casualidades, los azares, las bambarrias en definitiva, juegan caprichosamente con el destino. Es el caso de una de las señas de identidad que ostentamos los albaceteños en los últimos diez años. De una de nuestras ventanas culturales que abrimos orgullosamente al mundo desde entonces. Regalada por la diosa Fortuna que desbarró a su antojo un imposible viaje a la Tate Gallery de Londres canjeando tan codiciado y oneroso destino por, en principio, un modesto almacén del sindicato Comisiones Obreras en Albacete, en el mismo barrio de la Industria. Hablamos, claro, ya lo habrás adivinado de Mother In Law, la obra póstuma, el cenit del arte chicano, el verdadero acabóse del célebre artista mexicano Leocadio Segarrat.

Mother in Law by Huey Lewis & The News on Grooveshark

En realidad, Segarrat, nacido en 1949 en Topolobampo, pequeño puerto ubicado en el municipio de Ahome en el estado de Sinaloa, México, es descendiente directo de españoles, al menos se conoce  de un español, en concreto del prestigioso oftalmólogo catalán  Idolino Segarrat, vecino desde su infancia de la costera localidad de Blanes (Gerona). El doctor Segarrat fue uno de aquellos destacados y significados republicanos que pudo huir, prácticamente con lo puesto, a bordo del mítico barco Stanbrook con destino a México en el invierno de 1939. Dicha embarcación fue la última que evacuó a miles de refugiados republicanos al finalizar la Guerra Civil desde el Puerto de Alicante. En México, rodeado de ilustres nombres del exilio español que frecuentaba en coloquios, reuniones y cuchipandas el doctor Bertoméu (Luis Buñuel, Rodolfo Halffter, Remedios Varo, Roberto Fernández Balbuena, Sánchez Cantón, Alberti, Renau o Ceferino Colinas), el joven Leocadio, dada esa afinidad y cercanía intelectual que otorgaba el padre y gracias a una educación estrictamente artística que tuvo desde su nacimiento pudo destacar pronto en las artes gráficas y, sobre todo, en el modelado y la figuración de formas hasta llegar a sus últimos y esplendorosos años dedicado completamente a las instalaciones y las performances.

Una de las pocas imágenes que se guardan
del artista mexicano Leocadio Segarrat
El doctor Idolino Segarrat,
padre del artista

Mother in Law. Fragmento
Sucedió que solicitado Leocadio Segarrat por la comisión artística de la Tate Gallery británica en el verano de 2004 para una retrospectiva del arte azteca que iba a mostrarse en el otoño del mismo año en dicho y prestigioso museo londinense, el artista decidió acudir a tan magno acontecimiento cultural con una de sus obras más significativas. Una que fuera  acorde con su relevante personalidad, pensó, una obra que le representara como ninguna otra.
La acababa de crear: su codiciado y reconocido canto a la humanidad Mother in Law,  una importante estructura sólida de chapapote seco y arcilla marmólea de Culiacán, que resultó ser en su montaje final mas bien un poema disparado al viento, con infinidad de interpretaciones y cánticos.
La pieza fue debidamente embalada y facturada desde el pequeño aeropuerto de Topolobampo hacia el continente europeo el 13 de agosto. Lo que nadie pudo prever, como un veleidoso guiño del destino, fue que una vez depositada en la aduana la alhaja y comprobada fehacientemente su tarjeta de embarque, Leocadio Segarrat iba a cruzarse con la antipática guadaña de la suerte, en su caso de la mala, malísima, suerte.

De vuelta a su lujosa mansión en Mazatlán, ya muy entrada la noche, a Leocadio Segarrat se le apareció en plena ruta comarcal la ruina en forma de becerra, de una triste y despistada becerra plantada en la carretera como quien busca la luna al no ver Teruel. El auto, un Lamborghini V12 de importación, salió despedido con el fuerte impacto del animal y empujado por el tremendo impulso fue a parar directamente a la autopista de los venturosos, la de los que esperan turno para otra tarjeta de embarque, en este caso eterna. Desayuno, comida y cena para la infinitud.

El coche accidentado del artista
El pueblo de Mexico le rindió tributo durante cuatro tristes y lacrimógenos días y su memoria, entre numerosas guías y enciclopedias quedó recogida hasta hoy con el nombre actual que ostenta el pequeño aeródromo de Topolobampo: Aeropuerto Segarrat.

Mother in Law. Fragmento
Otro vericueto del azar aún estaba por llegar. Con una Diosa Fortuna, diosa de los azares, venida arriba por el fatal accidente de Mazatlán sucedió lo que nunca debe suceder (y por desgracia ocurre tantas veces): a las tres de la mañana nadie cree una palabra a un sujeto mal vestido (el artista) en la vieja consigna de un pequeño aeropuerto destartalado con un mazacote que en principio, por el peso y la apariencia pudo parecer de alabastro y que aparentaba algo así como un coloso de cualquier mitología griega.

Y ocurrió que en la confusión enviaron el paquetón a un prospero y divertido lugar de la Mancha española en un inverosímil trastrueque con otra facturación que tramitaba en esos instantes el propio aeropuerto, en este caso de un gran sombrero de Chinpalcingo que debía llegar a la sede de un sindicato de trabajadores de la mencionada y placentera ciudad manchega, que no era otra que, adivinaste, Albacete. El güito solicitado a México tenía como destino y objetivo el lucimiento sobre la cabeza del secretario general del sindicato Comisiones Obreras en la cabalgata de nuestra Feria local que debía comenzar unos días más tarde, ya se sabe, el 7 de septiembre, dentro de la conocida y celebrada charanga festiva Los Tupamaros. Así las cosas, la gran obra de Leocadio Segarrat acabó en Albacete y el sombrero de Chinpalcingo en la Tate Gallery de Londres. Azares.

Sombrero de Chinpalcingo


Mother in Law. Fragmento
Nadie pudo entender cómo desapareció del estudio del célebre artista mexicano tremendo mogollón de chapa y arcilla y encima coincidiendo, fatalmente eso sí, con su accidentada y desgraciada muerte. Lo que ocurrió aquel día de todas las vírgenes de España, 15 de agosto, en la sede del sindicato de Comisiones Obreras en Albacete fue la estupefacción, al comprobar que no sólo no habían recibido el codiciado sombrero de  Chinpalcingo sino que a cambio tenían nada más y nada menos que la obra póstuma de Leocadio Segarrat, el altar de los altares de Sinaloa, una obra en boca de medio mundo de las artes que comentaba esos días su desaparición. Al principio, antes de desembalar el tremendo fardo recibido los sindicalistas tampoco daban explicaciones frente a aquel gran bulto mas que sospechoso. Fue un vecino de la calle Los Baños, amigo del asesor de cultura del ayuntamiento de Albacete, quien se dio cuenta del prodigio. Identificó la obra inmediatamente que la vio desempaquetada. Conocía su origen, su trascendencia, su halo de grandeza:

“¡Ostis!, ¡Es la Mother in Law!”, gritó, echándose las manos a la cabeza.
“No digáis nada a nadie”, dijo un guardia inteligente

El 7 de septiembre de aquel venturoso 2004, día mayor en Albacete como todos sabemos, el pleno del ayuntamiento de la ciudad incluyó en el orden del día el punto 46 que ordenaba la instalación definitiva de la inmensa obra de Leocadio Segarrat en la coquetuela y amplia rotonda de nuestra capital que confluía con la calle México, como no podía ser menos y con otras calles emblemáticas de Albacete como Pedro Coca, Lepanto, Dr. Galiacho y, por supuesto,  como especial colofón decorativo en el paseo y bulevar de la Circunvalación.
El colocarla precisamente en la salida de la calle México significaba el mensaje subliminal enviado al más allá por nuestro ediles, que están en todo. Entrañaba un guiño, una pedorreta al destino que había jugado a favor nuestro con las mejores cartas (“Que le den por culo al sombrero de Chinpalcingo”, se oyó decir a uno de los agustinesmoreno municipales).
Londres nunca reclamó la obra claro, porque no acabó de saber qué había pasado con la colaboración del artista mexicano invitado a la expo, aparte del conocimiento internacional que había supuesto el zapatazo que se había dado contra una vaquilla a bordo de su Lamborghini V12 de importación. El sombrero, por cierto,  acabó sobre la cabeza del recordado por todos los republicanos españoles presidente mexicano Lázaro Cárdenas en el Museo de Cera de Madame Tussauds en el londinense circuito de Marylebone Road. Otro guiño del azar, que quiso compensar así el agradecimiento del Albacete republicano a quien hizo tanto por nuestros exiliados.

La gran obra de Segarrat ya estaba entre nosotros.


Mother in Law en la Rotonda de la Circunvalación
Mother in Law. Fragmento


7 comentarios:

José Garrido Herráez dijo...

Acojonante. Si tú lo cuentas, verdad deberá de ser pero, por las circunstancias y el tono, me ha parecido estar leyendo una delirante narración de Eduardo Mendoza, algo que podría ser un capítulo de la "Ciudad de los prodigios", cuando la exposición universal del universo, lo que dice mucho de lo bien que escribes, hermoso. Un abrazo.

Unknown dijo...

JAF: eres un genio!! vaya historia bonita y bien contada!! esa gallina horrorosa me ha dado los 5 minutos mas divertidos del mes !!

Un abrazo,

Caligo

MAIMONIDES dijo...


El sombrero de Chinpalcingo
para los gringos,
y la cabra, a la chita chitingo
yo me la trinco.

¿No queda en el fondo de la conciencia, pero muy en el fondo, como una especie de remordimiento por no haber adoptado la iniciativa de indagar la propiedad del "paquete expres"?

Viejas y atávicas reminiscencias de nuestra clásica sobriedad manchega.

Como bien dice Artimañas, ¡¡acojonante!

Tenemos pendiente un cafelito.
Germán

Anónimo dijo...

Magnifico relato.

Anónimo dijo...

Me quito el sombrero de Chimpalcingo y me lo como al bies con mole poblano. Estás en estado magistral, cabrón. Exijo una serie titulada "Albacete, una realidad paralela" o "Albacete-ficción" o "Pequeña historia alternativa de las calles de Albacete" o algo. Un abrazo, tito Choni.

Anónimo dijo...

Ahora miro la escultura y parece otra cosa.

Unknown dijo...

No me canso de recomendar este articulo...es de traca.