Cómo hemos cambiado
Hasta hace una decena de años había que buscar un músico de jazz en Albacete con lupa. Para los manchegos, sus músicos, el jazz requería unos conocimientos técnicos que no regalaban los desagues de la ciudad; ni mucho menos, la calle, el garage o la nave de ensayo. Era mucho más fácil recurrir a la fórmula McLaren: “Dame tres acordes y hacemos una canción”. Todo lo más, avasallar con digitalizaciones ultrarápidas en los mástiles, un poco de humo en el escenario y volverte loco con la batería. Hasta ahí nos había llevado la rebelión del imperdible, la contracultura musical, la zancadilla a lo establecido: tres minutos gloriosos y a vender que son dos días. Una forma embarullada de entrar en el sistema capitalista por la puerta de servicio. Los Sex Pistols saben algo de esto.
Sin embargo, el jazz estaba reservado para otros placeres menos terrenales: el conservatorio, las academias, la historia, los doctores: un follón. Todo eso también se reflejaba en los cachés de los conciertos. Era increíble cotejar lo que ganaba un grupo pop de serie B (alrededor de 20.000 euros) y un clásico del jazz, Art Blakey o Jimmy Smith, no más de 8.000. Más madera para quien quería ser conocido y necesitaba serlo ya.
Al comenzar el nuevo milenio todo empezó a cambiar. Pudieron ser nuestros conservatorios, las academias madrileñas, las valencianas, los mismos festivales que celebrábamos cada año en Albacete o una querencia olvidada a las polifonías, armonías, síncopas, yo que sé... el caso es que se activó una fluida actividad, al principio tímida y encogida, de las nuevas generaciones de músicos albaceteños a la música de jazz, a la fusión o a algo mucho más básico: el blues. También la colaboración/conversión decisiva de importantes músicos locales a esos nuevos métodos de expresión, hartos ya de jugar a ser famosos (el grupo Funkstein -Fran Heredia- o toda la saga Into Jazz).
Todo ello ha propiciado una frenética sacudida al género jazzístico hasta el punto de multiplicarse los combos de jazz en nuestra ciudad en sólo diez años, algunos de ellos con edades sorprendentemente jóvenes. Jam Sessions el primer viernes de cada mes (Pussy Wagon, Heartbreak como locales impulsores) y lo que es más gratificante, el nacimiento de un sello discográfico, Clamshell Records, especializado en jazz. Visto y no visto. Verlo para creerlo.
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The League |
Hasta doce discos figuran ya en su catálogo, incluidos los tres de Vector (en la producción y edición de Molusco figuran muchos más, entre los que se incluye algún recomendado de Clamshell como es el caso de Duendes de Ciudad, una banda etérea -como Matadero Band- con aromas celtas). Y si, es verdad que en algunos de esos discos de esos grupos, nos encontramos con intérpretes repetidos, pero tambien es cierto que los sonidos de cada uno de esos grupos representan intenciones diferentes: The League, Groove3 (los primeros asombros llegaron con ellos) o los recientes Tao5 son un buen ejemplo de ello. Compañeros de esta grata excursión discográfica son Jazz Nouveau, con el versátil guitarrista valenciano Miguel Morell que ya avisaba antes de que comenzara el siglo; Miguel Ángel Ródenas, un guitarrista de clásica reconvertido a la onda World Music; o el mismo Antonio Fuentes, otro guitarrista que suele estar en cada enredo pero que materializa toda su técnica en su grupo manouche Mr. Swing.
La nómina de los músicos de estos grupos se abre también, además de los mencionados, a consagrados como Agustín Lozano o promesas confirmadas como Juan Sánchez y José M. Sarrión, dos bateras de motores engrasados, Jorge Cubillana que con Julio Guillén y Vania Cuenca creyeron siempre en el proyecto “Músicos de Jazz en Albacete Porque Sí”, Scarhands Vinuesa llegado de otras batallas o el también saxofonista Julián Román, incorporado a la lista con el impecable disco de Tao5 y, naturalmente, el resto de integrantes de cada banda.
Con la serie Vector, Pablo Correa saca otro as en el muestrario y lo descubre en nuestra historia más reciente. Correa convence a todos para estrenar, rigurosamente en nuestra ciudad, el free-jazz y el último jazz. Los músicos no son de aquí (hubiera sido algo insólito), pero si su autobús. Uz (Madrid), FrikTone (A Coruña) y Maima (Valencia) forman parte ya del generoso muestrario de nombres vinculados a nuestro no tan incipiente jazz.
En tiempos tan duros para la cultura, con un IVA disparado al infierno y un desinterés absoluto en cuidar todo este tesoro el jazz exhibe, una vez más, sus respetos y culto a la historia en Albacete.
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Pablo Correa |
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