Abrimos las puertas, de nuevo, a Monsieur Léve, esa aguda y delicada pluma que a veces nos transporta a las agradables sutilezas de la vida. En éste caso a propósito de la exposición que tiene lugar estos días de tránsitos y sofoquinas de cumplido en la Librería Popular de Albacete a cargo del artista (nunca mejor llamado así) Andrés Gómez Flores: una serie de collages sin tiempo ni vínculo que el escritor, poeta, periodista y crítico ha querido titular Las Carpetas de Invierno. En realidad, una diatriba periodística hecha virguería gráfica.
COLLAGES
29 de noviembre hasta 5 de enero
LIBRERÍA POPULAR
Andrés Gómez Flores
Modi en la playa
Las carpetas de invierno son el resultado de una larga observación ante el asombro diario de la vida, que no comienza a plasmarse en dibujos y composiciones hasta que llega el mal tiempo a El Sur, y el autor extiende su cosecha de imágenes sobre la mesa de sastre de su estudio. Sólo entonces va eligiendo el uso puntual del color, el recorte moderado de papel, el rastro de lo que quiere ser un dibujo, o el resultado del encuentro azaroso con la asura; cualquier gesto que abone la ligereza y la levedad del placer artístico de crear, de preferir la belleza de una obra sobre la experiencia de la vida, como dice Yves Bonnefoy.
La elección de los materiales responde a una proclama de rebeldía. Schwitters no necesita a dibujar el rostro de la clase dominante para provocarla. Su provocación consistía en la manera de hacer arte. Que él concediera a los desechos de la basura dignidad artística, era lo que resultaba inadmisible
para los falsos protectores de la cultura.
Bombas españolas
Lo que Andrés Gómez- Flores hace recogiendo papeles pisoteados, chapas aplastadas o pedazos de madera de la calle y los contenedores, es seguir la senda que abrió Schwitters; la senda del que lo recoge todo porque todo le sirve para algo. Eso permite dignificar la basura cuando, de hecho, tanta gente busca comida en los cubos y los contenedores. Es así como el arte sueña con el hambre.
Las palabras permiten que nos entendamos, pero luego desaparecen. Las palabras son las responsables de la realidad. Entonces ¿de qué son responsables las imágenes? “Yo no soy como un pájaro ”, decía John Berger, ¿pero quién es como un pájaro? ¿Quién sabe adornar su equili- brio mientras intenta medir cómo crece un sueño o cómo avanza el frío o cómo madura una cereza? Todas son preguntas cercanas al collage. Siempre sabemos que aquello que se construye proviene del pensamiento, y que todo terminará entre el polvo de las cabras. Y sin embargo, eso no nos hace desistir de la perplejidad.
Monsieur Léve
Librería Popular Del 29 de noviembre al 5 de enero Collages Las carpetas de invierno Andrés Gomez-Flores
Aeroplano, en su número de Noviembre se detiene en algunos nombres que destacaron con la guitarra en su modalidad de blues... blanco: Mike Bloomfield, Eric Clapton, Dave Manson, pero también con quienes jugaron con la "reina", dibujando otras especialidades más modernas o coyunturales, como el artista siempre llamado Prince o tipos de encendido y apagado en una sola noche como Paul Buchanan o el vaquero Steve Earle. El programa tambien contempla divertido las últimas obras de quienes pasaron el filtro de la fama y ya son perdurables, como Neneh Cherry, Damon Albarn, Paul Simon o Wynton Marsalis. La parte triste la ponen siempre los que viajan al olimpo para montar combos, como Jerry González o Roy Hargrove. Es lo que tiene ser un programa descastado. Compruébalo escuchando nuestro podcast de noviembre.
LISTA DE TEMAS UTILIZADOS
01 The Electric Flag - Killing Floor 1968
02 The Blue Nile. Stay. A walk across the rooftops 1984
03 Neneh Cherry. Kong. Broken politics. 2018
04 Beanfield. The Season 2000
05 Villagers. Again. The Art of Pretending to Swim 2018
06 Prince. The Future (Remix) 1989
07 Amann & The Wayward Sons. Flying. Free Soul 2018
07 Rosalía. I See A Darkness. Los Ángeles 2017
08 Jerry González. Nefertiti. Ya yo me curé 1995
09 Roy Hargrove. Mambo For Roy. Habana. 1997
10 The Good, The Bad & The Queen. The poison tree. Merrie Land 2018
11 Steve Earle. Way down in the hole. Soundtrack The Wire 2002
12 Cream. Strange Brew. Disraeli Gears 1967
13 George Harrison. Thanks For The Pepperoni. All Things Must Pass 1970
14 Paul Simon. How the heart approaches what it yearns. In the blue light 2018
Inolvidable jam-session del músico americano en el Pussy Wagon de Albacete
Lo suelen hacer los divos, los consagrados, los sobrados. En Madrid y Barcelona son ya famosas las jam que se gasta Prince después de cada concierto. Paris también supo de eso a lo largo de toda las décadas de los cincuenta y sesenta. Y Londres, Copenhage, Amsterdam, Berlín..., no digamos Nueva York, donde a mediados de los cuarenta del pasado siglo Harry Minton abría su bareto, el Minton´s Playhouse, 210 West en el barrio de Harlem, pasada la medianoche, para acoger a todo el desperdicio negruno que había cumplido con creces sus respectivos compromisos en los lujosos locales del Midtown o a muy pocas manzanas de allí, en el mítico Teatro Apollo.
Llegaban todos los músicos axfisiados de tanto jazz de encargo, tanto convenio ventajista y tanta farándula baratera tocando para el barón de turno. En la otra parte de Manhattan, al señor Minton se le ocurrió dar una cena a la semana gratis y barra libre para el músico que llegaba de cada una de aquellas galas de compromiso. Los conciertos improvisados se montaban después de la actuación del grupo de turno en el local. Los beneficiarios de aquellas primitivas jam no eran obviamente desperdicios, eran todos músicos solventes con ganas de disfrutar y experimentar sus propias y recientes creaciones. Kenny Clarke, Thelonious Monk, Dizzy Gillespie, Charlie Parker, no fueron cualquier cosa. Dicen que allí nació el bebop.
No nos consta que a Modesto Colorado se le ocurriera la idea de Harry Minton, ni siquiera a Julio Guillén, artifices de la aparición sorpresa de Roy Hargrove en el añejo y sencillo Pussy Wagon, calle Nueva, barrio Tejares, la noche del 7 de noviembre después de que el propio Roy
Hargrove descargara sin aparente entusiasmo pero con una efectividad colosal su comprometido concierto en el Teatro Circo de Albacete un par de horas antes. En el escenario del teatro, Hargrove había desgranado uno por uno todo el repertorio de Emergence, su último disco y
había dejado alguna flor suelta de su obra anterior y standars. Un concierto rico en matices, exquisito diríamos, de esos que cada músico se explaya con la evidente intención de brillar. Bop de altura y con pocas concesiones. A la salida del teatro llegó el chivatazo de Julio: "Hargrove estará en unos minutos en el Pussy". Nadie de mi entorno lo creyó, pero fuimos todos no fuera el caso.
Cuando llegamos al Pussy Wagon ya se escuchaba la trompeta del bopper. Rodeado de músicos albaceteños (muy buenos Julio Guillén y el batería José Miguel Sarrión) y algún infiltrado nacional, el soberbio guitarrista madrileño Mario Quiñones, por ejemplo, que andaba por allí a la búsqueda de nuevas sensaciones con Julio y los Jazz Nouveau. Cuando pude hacerme un hueco en el pequeño vagón tenía frente a mi al mismísimo Hargrove sentado, en posición zombie, en un saliente de una de las mil columnas -malditas- que sostienen el local. "Muy bueno tu concierto en el teatro", le dije. No llegó a mirarme. Ni se canteó. Estuvo en ése mismo estado de shock toda la noche. Incluso en el pequeño escenario no abrió los ojos ni dijo esta boca es mía y la trompeta también. A Guillén, que ejercía de teclista y maestro de ceremonias, le consultó algunos temas que podían tocarse, Antonio Carlos Jobim, una fantástica versión del Listen Here, otra no menos espectacular de Night in Tunissia, So What y cosas así. En las tablas, la banda fue aumentando al mismo ritmo que los músicos de Hargrove fumaban algún pitillo. En unos instantes, lo que allí se barruntó era un concierto de jazz en toda su gama jam. Danton Bolder machacaba con el bajo impresionantes notas que recorrían y organizaban todas las maltratadas hiatos del intestino. El Pussy Wagon era para entonces una locomotora bop a la altura de cualquier maquinaria de Chicago. Las chispas las emitía Hargrove, que en su posición mutante iba y venía por todos los vericuetos que marcan los cánones. Una aplanadora infernal. Gerald Clayton , que ya había sustituido a Julio en el pequeño teclado, lo hacía grande, inmenso, con gusto y a gusto. Los presentes con la boca abierta, como si hubiera bajado el mismísimo Dizzy de los cielos. Pasadas las cuatro de la mañana, todos decidimos cerrar la fiesta. Habíamos tenido ración doble e inesperada. Hargrove y los suyos siguieron fumando camino del hotel, los demás camino de casa, con la sensación de haber vivido algo grande en nuestra pequeña capital de provincias.