13.11.17

James Carter vuelve en maestro


     Desde que llegó a Albacete en 2003, aquel año de Chic Corea y la Big Band de Ramón Cardo, James Carter ha subido, si ya entonces no era suficiente, varios peldaños en su valoración internacional. Llegaba aquel año al recién estrenado Teatro Circo con dos volúmenes recientes, brutales, esenciales en su discografía y en la del propio jazz contemporáneo: Layin´in the Cut y Chasin´ the Gipsy (aquí nada menos que acompañado del exagerado eclecticismo del guitarrista neoyorquino Marc Ribot). Dos manualidades discográficas de escuela, de la mejor escuela clásica pero también  de la mejor academia heterodoxa: blanco y negro, funk y soul, acústico y eléctrico. Ya entonces nos dejó a cuadros, boquiabiertos. Luego hemos seguido su singladura y el tipo se acentuó en el absoluto dominio del all-sax: alto, bajo, barítono, soprano, tenor, sopranino, en definitiva todo lo que valga para soplar pero también de la guitarra, los teclados, la viola, con especial entusiasmo por cambiar algunos de esos sonidos tradicionales con la utilización del pedal eléctrico. Un bárbaro del jazz. Un visionario. Un maestro, ahora en su versión adulta de cuarenta y ocho añitos.

     En esta gira europea sigue tirando del prestigio y la confianza de su teclista de alcoba, el organista Gerard Gibbs, con quien ha formado una dupla resistente a las tormentas y los vaivenes pasajeros de gustos e influencias. “A mi lo que me gusta es estar cómodo en escena, sin complicarme la vida en estilos y modas”, dice y entonces revienta la caña de su instrumento como lo hacía Sun Ra en el Art Ensemble of Chicago, crédito que le viene de su relación inicial nada menos que con Lester Bowie, aunque también probó el magisterio de Winton Marsalis. En sus últimos conciertos y discos Gibbs ha disfrutado de partes honoríficas, creando ambientes, atmósferas donde los armónicos del saxofonista y algunos de sus resoplidos trasladan el show a terrenos inexplorados en el género. Es esa la parte que más nos llena del músico de Chicago, su extraordinario dominio del tiempo y su oportunidad de administrarlo con la sorpresa o la emoción.

James Carter viene a Albacete con una lección magistral en la maleta. Que toque algún tema de Stevie Wonder, Madeleine Peyroux, Eddie Harris, un dixieland garrasposo de los años veinte o alguno de esos bofetones funkies a los que nos tiene acostumbrados es propio del que busca la comodidad en el escenario, el homenaje al espectador, el arrumaco a los puristas, el cucamonas al que ha adquirido sus dieciocho álbumes personales, sin contar las mil y una colaboración en algunas de las mejores obras de arte del género, como aquella irrupción en escena en la película de Robert Altman, Kansas City, donde también escribió alguno de los números en escena. O aquella participación imposible en el disco del batería de los Cream, el “peligroso pelirrojo” Ginger Baker (ver STONE) Coward of the County (1999), otra de sus soberbias lecciones de vientos.

Si aún estás a tiempo de sacarte un billete para la gloria y otro para el disfrute personal, no te lo pienses ni un segundo: acercate el viernes, a las 21,00h. al Teatro Circo. Estos tipos sólo pasan por Albacete una vez cada trece años.

JAZZALBACETE
Teatro Circo. Viernes, 17 de noviembre. 21,00h.
James Carter, saxos de todos los tamaños y colores
Gerard Gibbs, organista
Ralph Armstrong, bajo
Alex White, batería




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