30.1.17
Paloma Chamorro, aquella reina
Adios a Paloma Chamorro
La voz e imagen que encajó la cultura como tal en la televisión, en aquella televisión de rebotes de conciencia de los años 80, con algún personal informado pero sin acceso a las cámaras y a las directrices o decisiones. Su excelente trabajo en el programa de arte Imágenes le proporcionó el pasaporte a uno de los mejores proyectos de la historia de la televisión, La Edad de Oro, o lo que es lo mismo, la cultura en palabras mayúsculas: música contemporánea en directo, cortos de jóvenes y atrevidos directores de cine, entrevistas con innovadores artistas gráficos, con prometedores poetas y novelistas y un lenguaje y estética acorde con el momento que se vivía, la década de los ochenta, desprovista del descarnado andamiaje del recién despedido franquismo.
Paloma Chamorro fue una estupenda anfitriona de sucesos y sorpresas, con una peculiar puesta a punto: lúcida, talentosa, resuelta en el lenguaje y francamente atrevida. Podríamos ahora recordar algunos de los pasajes célebres de aquella exhibición televisiva, pero ahora en la distancia de los años y con el pesar de su despedida me inclino a pensar que no hubo ni uno solo de los programas, desde 1983 a 1985, que no nos dejara con la sensación de haber vivido y tocado literalmente con la punta de los dedos la más rabiosa y necesaria realidad cultural.
Hace tiempo que la echábamos de menos y no entendíamos su desaparición pública después de algunos otros programas posteriores igualmente interesantes, La estación de Perpiñán y La realidad inventada. Su adiós es la constatación de que ahora sí que nunca volverá a las cámaras, ésa es una muy mala noticia.
27.1.17
Butch Trucks y el joven Zappa
Portada de Brothers and Sisters |
Doble página interior del álbum Brothers & Sisters. Butch Trucks es el de la izquierda. Sostiene a su hijo protagonista de la portada |
Butch Trucks en sus años Allman |
También observo con cierta melancolía de hombre entrado en años la huella indeleble de la dentellada que el joven Zappa propinó entonces (cuidado, año 1974) a la carpeta del álbum justo unos días después de comprar el vinilo. Zappa era un inquieto dálmata que Marisa y Fidel, mi familia más cercana, habían educado de tal manera que el perro acabó siendo un miembro más del clan, por inteligente, sumiso y tierno. Un pedazo de pan, de tal manera que pese a su entonces juvenil disposición, cuando salimos de casa para unos chupetines albaceteños le encargamos el cuidado de la habitación musical que dejó en impecable estado de revista para cuando llegáramos del paseo. Había leído todas las revistas y diarios musicales a mano y había tenido la deferencia de dejarlo todo sutilmente distribuido en la estancia. Los discos de mi entonces incipiente colección estaban perfectamente conservados, a excepción de uno, exacto: Brothers and Sisters. Zappa tuvo la extraordinaria habilidad de sacarlo de la carpeta, escucharlo con verdadero apego sin tocar uno solo de los surcos y contemplar con la pachorra que le distinguía las fotos de toda la pandilla Allman, incluido el pobre Butch Trucks.
Contraportada de mi propio álbum. El mordisco de Zappa se observa en la parte superior derecha |
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