20.8.16

Eric Burdon, o cómo respirar la gloria




El chico atesoraba el vozarrón de un frutero de mercado, de un estibador portuario acostumbrado al canto de los precios en la lonja, un tono adusto, de cartero de barrio; guardaba en su carácter la mala baba del suburbio y en un ruinoso maletín los discos de Elmore James, Ray Charles y Bo Didley que algún marinero había traído de la joven América desperezada y, lo que es más importante,  el chico tenía la edad apropiada para escabullirse cuanto antes de aquella barriada de laboriosos obreros de Newcastle; en 1963, el joven Burdon no tuvo otra alternativa que organizar un conjunto musical para disfrutar de la vida y no perdió el tiempo. Junto a otro amigo más curtido en partituras, Alan Price, organizaron The Kansas City Five que posteriormente entroncarían en The Animals, una de las formaciones emblemáticas de aquel despertar británico de los años sesenta. La que otorgaría entonces la dosis necesaria del mejor rythm´n blues europeo, junto a unos mozalbetes de la capital del reino llamados The Rolling Stones.
Eric Burdon se ha movido así toda su vida, a fuerza de impulsos puntuales, capaces de cambiar sus músicos según crujía el viento, también a fuerza de gritos, cuchicheos, discursos multiraciales, proclamas antibélicas, crónicas diarias que salían de una garganta que no conocía el límite del registro y, todo hay que decirlo, de un gusto exquisito por el repertorio que le servían sus compañeros de batalla sin que, salvo excepciones nada numerosas él tuviera algo que ver con el noble arte de la composición. Dios no le dio ése don. Burdon cantaba lo que le echaran y el bocado siempre era bueno.

The Animals
Cuando The Animals tuvieron su primer gran éxito, The house of the rising sun, la canción ya había aparecido un año antes en el primer álbum de un joven judio que había sorprendido a todos en el barrio elitista de Nueva YorK, el de Greenwich Village. Sin embargo el arreglo que hizo el pianista Alan Price y el riff inolvidable del guitarrista de The Animals, Hilton Valentine, no tenían nada que ver con aquella versión anterior de un embrionario Bob Dylan. Más bien era una adaptación tradicional facilitada por el folclorista neoyorquino Joss White que supo leer impecablemente en clave electrónica Alan Price. Eric Burdon bordó el regalo, entronizó aquella vieja copla y ya nada fue igual en la vida del joven cartero de Newcastle. En We´ve gotta get out of this place, Burdon suelta sus primeras arengas: “Mi padre ha estado trabajando como un burro, como un esclavo toda su vida. Aunque sea lo último que hagamos, tenemos que salir de este lugar, hay una vida mejor”. Las canciones de aquellos primeros años dejan poco hueco en el macuto que uno guarda para siempre en la historia del r&b blanco: Baby let me take your home, Boom boom, Don´t let me be misunderstood, I´m crying, y los compositores de algunas de ellas tampoco: John Lee Hooker, Chuck Berry, Fats Domino, Sam Cooke, Ray Charles...

portada de Everyone Of Us
Cuando todo parecía indicar que el chico listo, Alan Price, lideraría una banda con fundamentos musicales francamente asentados surgió el rocoso jornalero con proyección pública, Eric Burdon, leyendo, voceando, la crónica de cada día. Price lo dejó por imposible y Burdon se hizo el amo del proyecto Animals. Contra todo pronostico cambió a los miembros de la banda, alguno de ellos, el bajista Chas Chandler, excesivamente distraído con un colosal guitarrista que había descubierto en el café Wha? de Nueva York (Chandler se había hecho manager de Jimi Hendrix). Burdon montó otro bandón, pero esta vez con músicos de élite: los guitarristas John Weider y Vic Briggs, el batería Barry Jenkins, el bajista Danny McCulloch y el teclista George Bruno (Andy Summers, posteriormente en The Police, sólo estuvo una pequeña temporada, como muchos otros), puras joyas de estudio. Lo que vino después fue un listado de canciones que pasarían, cada una, a la historia como el gran legado que aquel bracero de barriada dejó para el resto de nuestros días: Don´t bring me down, Inside Looking Out, Good Times, Sky Pilot, When I was young, el formidable álbum Everyone of Us (1967) y los impagables reportajes de San Francisco, ciudad de la costa oeste americana donde la llamada del nuevo mundo y la lejana utopía del amor supremo habían hecho callo y morada en el cantante. San Francisco Nights y, sobre todo, Monterey fueron las más significativas: “Ravi Shankar me hizo llorar, The Who explotaron en fuego y luz, la música de Hugh Masekela era negra como la noche; todos cuentan el vuelo de Grateful Dead, y Jimi Hendrix, baby, créeme, puso el mundo en llamas”, contaba Burdon en Monterey, una crónica desde el lugar de los hechos del histórico festival donde Hendrix quemó públicamente su guitarra en plena paranoia de Wild Thing.

Eric Burdon & War
A Eric Burdon aún le quedaba otra bala de plata en la recámara, la que le llevaría directa, y literalmente, a la Guerra. En realidad, el cantante sólo obedeció a su instinto natural después de haberse criado en Newcastle escuchando solo discos de r&b, solo voces negras, únicamente el latigazo de los grandes, Elmore James, Willie Dixon y demás glorias del sur americano. Su siguiente proyecto sería asociarse con aquellas gentes y autonombrarse The Black Man: él sería The Black Man, líder de un grupo, War, que había entrado a saco en los nuevos sonidos negros de los setenta, el funk y que ya eran conocidos entonces por sus reivindicaciones raciales, miel en el panal. Sólo dos grabaciones de estudio protagonizaron aquella exótica aventura, Eric Burdon declares War y The Black Man´s Burdon. Dos excepcionales documentos del mejor Burdon que no le sirvieron para perpetuarse en el estilo. Eric Burdon se cansó pronto del capricho y emprendió la sinuosa carrera del abandono y la California Way of Life. Cuando quiso recuperarse de los excesos ya era mayor, ya estaba preparado para los revival, para refrescar memorias o para editar obras menores. Con aquellos diez años vividos (1964-1974) uno puede estirarse toda una vida. Además, en Londres, su país de origen, ya estaban en la calle The Sex Pistols.



Publicado en El Cuaderno, Revista Mensual de Cultura. Número 47. Julio-Agosto 2013. Gijón (Asturias).

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