24.11.11

El jazz en Albacete

Los Amigos del Jazz celebran dos estupendos conciertos en la CCM


El que tenemos ahora es el jazz de los pobres. El privado. El que contrata, celebra y paga. El de los otros, el de la administración, no sabe, no contesta, no existe. Dos años sin festival de Jazz han sido suficientes para que, oficialmente, haya desaparecido la música de jazz del mapa local.


Siempre creí (siempre estuve equivocado) que el jazz, la música en general, debía mantenerse en directo a través de los interesados: propietarios de clubes, mecenas o promotores, asociaciones y hasta los propios músicos. Claro, yo me aferraba a mi educación sentimental del Ronnie Scott´s londinense o los neoyorquinos Birdland, Blue Note, Village Vanguard o el mismísimo Milton´s en Harlem, donde la cultura jazzística forma parte natural del anglosajón, es parte de su desarrollo formativo (y no hablamos de New Orleans). Entendí muy tarde que eso nada tiene que ver con nuestra educación latina donde, a excepción de las grandes ciudades (y con muchos problemas de subsistencia y caches ínfimos) y unos pocos idealistas capaces de exclusivas aventuras en el resto de provincias, si no fuera por el apoyo de la Administración, en fin, los políticos, no se podría disfrutar de un concierto de jazz con primeras figuras del género. Y claro, con el muro hemos topado. Recuerdo ahora, cuando una concejal de cultura, hace ya algunos años, me dijo que no se podía celebrar el XI Festival de Jazz de Albacete porque a dicho festival siempre iban los mismos, unas quinientas personas. Para ella, los números no le cuadraban porque, además, ni siquiera estaba segura de que muchos de aquellos 500 aficionados les votaran cuando hubiera nuevas elecciones o, en cualquier caso, esos votos ya estaban atrapados y comprometidos. No interesaba. Yo hablaba de jazz, ella no hablaba de jazz, ni de cultura, ella hablaba de repercusión en las urnas. No hubo manera de convencerla, el Festival de Jazz de Albacete estuvo aplazado diez años hasta que otro político, un alcalde, más sensible a la cultura, lo rehabilitó. Para ser justos, habría que señalar que el I Festival lo impulsó otro político, también receptivo a la cultura, en fin, dos excepciones. Ahora no toca, parece. Ahora, no habrá Jazzalbacete.


Los aficionados de Albacete, por otra parte, ya hace tiempo que se agremiaron en una Asociación, la de los Amigos del Jazz, que independientemente de todos estos intereses políticos han hecho la guerra por su cuenta, proponiendo buenas e interesantes jornadas jazzísticas en un local, el salón de actos de la CCM, que sin ser la panacea de espacio que requiere esa música tan cercana y espiritual -no le vamos a poner pegas ahora- está lejos del que todos demandamos como patrimonio albaceteño del jazz: el Nido de Arte, alejado de la actividad jazzística porque -cágate lorito- una vecina del inmueble pretende que el gerente magnífico le compre su piso. En otras palabras -hasta donde yo sé-: "O me compras el piso o no hay jazz, que se oye el rumor de los platillos de la batería en mi cocina" (el piso de arriba también pertenece al Nido de Arte). Ya tenemos dos antagónicos de Charlie Parker: los políticos y los desalmados.
De otro empresario privado que le dio por poner otro local de jazz en la calle de la Feria ni hablamos, asistí a la inauguración y vi como a unos excelentes músicos valencianos les echaban al farragoso mundo de la indiferencia más vergonzosa. No he vuelto a ir. Aún hay otro local, en la calle de la Caba, pero a ese no dejan pasar a los negros que no vayan identificados. No interesa, aunque sólo sea por Charlie Parker.



Federico Lechner
 En la CCM, sin embargo, la pasada semana hubo dos exquisitos conciertos de jazz organizados por la Asociación Amigos del Jazz, empeñados en mantener alto el espíritu. Trajeron en uno de ellos al refinado pianista argentino Federico Lechner, un bluesman transmutado a sus orígenes tradicionales: la música de tango. Con él, otro especialista argentino, Franco Luciani, un todo-terreno especializado en la armónica cromática. Boludo, el amigo Franco (cuando Federico presentó al armonicista nombrándole sólo por su nombre, un escalofrío, seguido de una carcajada general, reinó en el salón). Fue un concierto, digamos, bello, lleno de matices, con Lechner soltando su vena bluesera a la mínima ocasión y Luciani exhibiéndose en la armónica, el armonicón siendo irrespetuoso. Sonó su obra conjunta Falsos Límites, un compendio de bellezas sensitivas del tango y otras lindezas porteñas que más de uno corrió a comprar a la salida. En su especial dedicatoria a la Zamba de Lozano (Cielo arriba de jujuy, Camino a la puna me voy a cantar, Flores de los tolares, Bailan las cholitas el carnaval...) uno creyó tocar el cielo de la caja, de la Caja de Ahorros, quiero decir.

Javier Vercher
Con Joan Soler y Javier Vercher, al día siguiente, ocurrió más de lo mismo. Formidable Vercher, creo que por encima del resto que se mostró técnicamente impecable, pero abusando de academicismo, sobre todo el guitarrista, el maestro Soler, excelente, pero en cubitera, sobre todo ahora que ando pillado con Will Bernard. Soler anunció que el concierto estaría dedicado a clásicos españoles de la guitarra, pero yo sólo conocí, justo al comenzar el concierto, a Francisco Tárrega por Recuerdos de la Alhambra (como el Romance Anónimo tiene tantos "autores"...). Si sonaron algunos más confieso mi torpeza. Javier Vercher es un pedazo de músico. Va a más. Hizo una labor de contención impagable, soltando el bop al menor descuido. Lejos de su Wish you were here, estuvo discreto y comedido, brillando cuando le tocaba soplar. Un disfrute. A Joan y Javier les acompañaron Alberto Palau, al piano; Alex Cessarini, muy original al contrabajo y el también creativo Juanjo Garcerá a la batería. Total, que en Albacete sí hay jazz, pero amigos, hay que currarselo.

1 comentario:

tecladosyteclistas dijo...

Disfrutaba de JazzAlbacete, si vivía fuera de Albacete y podía pedir esos días para ir iba. Tuve la suerte de ver a Robin McKelle en el Birdland noeyorquino y 15 días después verla en teatro circo, a 200 metros de mi casa. Presumo de haber visto a Marcus Miller, Chano Dominguez, Omar Sosa, Brad Meldhau, ... EN MI CIUDAD, sin tener que desplazarme y pagar entradas prohibitivas.

Y ahora que? Nos queda el salón de la CCM que a la primera de cambio se llena y te quedas fuera, las Jam Session del Pussy (que narices, ya cerró!!), emigrar a Murcia, que en el centro Camon hacen muchos eventos.

Saludos Juan Angel, ojalá pase la tempestad, siempre soñé con ver a Herbie Hanckock o Sakamoto en el Teatro Circo.