15.5.15

El blues se apaga


Muere la estrella más influyente de la historia del blues: B.B.King



Consumido por su propia historia el blues comienza a dar sus definitivas sacudidas de muerte, sus primeros, aunque ya tarareados, signos de extinción. Con la muerte de B.B.King (89 años) en Las Vegas el género musical que sonorizó y dinamizó el siglo XX anuncia su defunción creativa para pasar a convertirse en epopeya legendaria utilizada por los actuales músicos (en su mayoría de raza blanca) como cierto signo de respeto a la historia y, porqué no decirlo también, como gancho de cierta distinción técnica. En ningún caso como música actual que reviente las emisoras radiofónicas ni los lugares comunes de encuentro entre jóvenes o maduros. Hace mucho tiempo, incluso desde el siglo XX, que los jóvenes negros sellaron el blues como música tradicional o folclórica prefiriendo nuevas formas como el rap, el hip-hop o la nueva electrónica musical

Blues Boy King cumplió todos los cánones para ser considerado por aficionados y músicos como el rey del blues. Nacido en el Delta del Missisipi, padeció todo lo que debe padecer una inminente estrella del blues: trabajo a destajo en las plantaciones algodoneras, drama familiar de madre fallecida a sus cuatro años, incorporación a los coros gospel de la iglesia del latifundio, huida a Memphis abandonando esposa y jornal por la búsqueda del santo grial guitarrístico (un Lonnie Johnson por nombrar una de sus obsesiones), una vuelta triunfal para recoger de nuevo a su esposa y pagar las deudas contraídas por la espantada, una extraordinaria colección de discos (más de treinta mil) que forjaría un absoluto compendio de técnicas y estilos y un tercer brazo adosado al cuerpo desde donde partirían las mayores exquisiteces que instrumento alguno pudiera comunicar y no sólo desde la influencia del blues sino también desde su apasionada admiración por Duke Ellington y hasta de Bennie Goodman (y por ende de Charlie Christian, su guitarrista ¡negro!), es decir del jazz más ortodoxo. King nunca fue, al menos yo nunca lo consideré, una extensión de contemporáneos dinamiteros como Muddy Waters, John Lee Hooker o Elmore James, B. B. King ha sido siempre fiel a la escuela limpia (valga la expresión), de estilo fluido, cosmopolita, de salón, como Lonnie Johnson o Blind Lemon Jefferson o el propio Charlie Christian, sus tutores quiméricos. Por eso gustaba tanto a los guitarristas blancos europeos como Eric Clapton, Gary Moore, Peter Green..., incluso a nuestro Raimundo Amador que encontró en el maestro del Delta la versión más lírica y dulce que compensara en escena su genuina pasión gitana.

"La cosecha me encantaba -decía B.B.King- Era hermoso vivir con las estaciones, abrir el suelo en el invierno helado, plantar las semillas contra el viento de la primavera y hacer la cosecha en el calor del verano. Hay poesía en eso,yo tenía la sensación de que pertenecía a un lugar y de que mi trabajo importaba" (La música del Delta del Mississipi, de Ted Gioia. Turner Noema 2008). Esa poesía la trasladó a la guitarra después de haber recorrido cien mil kilómetros detrás de una arado (según el propio King). Esa tierra se convirtió en música y ése tiempo transcurrido junto a ella con la cabeza flotando en el desahogo del viento en talento y virtuosismo. Una vez mas los contrastes brindaron un nuevo prodigio..., la interpretación de un millón de blues. Nada menos.



Lonnie Johnson presentado por Sonny Boy Williamson. Sus maestros.


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