14.12.13

Mazzy Star nunca se fueron

Los Discos del Año. Septiembre
Seasons of your day. Mazzy Star



Volver al redil con Hope Sandoval es como recuperar las cartas de un amor de juventud. Como fisgonear en viejos diarios. Puro delirio del acabóse, de la ruina de los años. Prefiero hacerlo con aquella belleza robada que le cantaba a Bernardo Bertolucci en Rhymes of an Hour con el careto de otra divinidad en la pantalla, Liv Tyler.  Bueno, no nos pongamos cuesta bajo, volver con semejante musa, Hope, es en cualquier caso gratificante, el doble si lo hace junto a  David Roback, su eterna pareja aunque hayan pasado diecisiete años sin darse un pico, que se sepa.

Curioso, aunque feliz este previsto reencuentro. En tanto tiempo, desde su tercer álbum, Among My Swan, han podido ocurrir muchas cosas en el mundo y en sus vidas, las suficientes para cambiar de tantos criterios, de tantos conceptos, de tanta percepción de las cosas... como por ejemplo... subirte a un escenario con Metallica siendo quien eres (yo me se de uno).
Pues no. Nada de esto ha ocurrido en Seasons of your day, su reciente trabajo juntos, de nuevo como Mazzy Star, la estrella que les vio sonreír..., ejem, he dicho sonreir, no nos vengamos ahora arriba con la emoción. Oyendo cada una de las nuevas canciones, empezando por esa bellísima, California, nadie podría decir que han estado tanto tiempo inactivos como dúo. Olvidados definitivamente sus comienzos como la típica banda psicodélica de la Costa Oeste americana, los registros, el sonido, la instrumentación, la voz de Sandoval, las acústicas de Roback,  son una continuación casi exacta de Among My Swan. Esto que a muchos les pueda parecer una reiteración inoportuna después de tantos años de silencio a mi me parece una bendición. Un regalo para mis destartalados oídos, un enroque con mis principios de paz, amor y necesidades palmatorias sin débitos a modernidades. Porque es que ante todo está la voz de Hope Sandoval, esa caricia sibilina que puede llevarte al mayor de los descontroles anímicos. Hope es como Maléfica, una reina para lo bueno y también para lo imprevisible.


                                                 Belleza Robada, de Bernardo Bertolucci. 1996

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