22.8.16

Julian Maeso, el cazador de sueños




Aunque grabado y editado a finales de 2012, Dreams are gone es uno de los discos del año 2013. Un doble álbum soberbio. Uno de esos momentos lúcidos que agarran a un músico y no lo sueltan hasta que el producto está en calderas. Un largo y complicado proceso que llevó a Julian Maeso, el protagonista, a condimentar con tiempo, con todo el tiempo del mundo, un puñado de canciones con la minuciosidad de un artesano, del que aplica y acomoda notas musicales e instrumentos con la precisión del relojero: un ukelele por aquí, un cello por allá, ahí una slide guitar,  ahora remato con una nota de órgano Hammond... o un coro recién llegado de California... No, no fueron llamados por Julian pero juraría que en Will you be free suenan las voces de David Crosby y Graham Nash y toda la atmósfera que reunieron en aquel célebre álbum del 72, Southbound Train. Un disco americano, sí; Dreams are gone es un trabajo pensado en inglés, soñado en cualquier garito de la Haight Ashbury de San Francisco; recreado en los ambientes caseros, manchegazos, levantinos y a golpe de carretera de un rockero aplicado: Julián, Julián Maeso, el maestro del órgano Hammond en España.

Maeso, para recordar a despistados, procede de The Sunday Drivers, grupo toledano donde ejerció poderío con su par de monumentales armarios musicales, dos órganos Hammond, piezas de coleccionista, que su dueño cuida en casa como caballos de competición. Julian Maeso los arrastra por la carretera como el que viaja con una leona del Serengueti.  Llega a su destino, pide ayuda a los contratantes y entre unos cuantos bajan de la furgona la jaula con el animal. Luego agarra unos alicates y un soldador y pone el bártulo a punto para el concierto. Los altavoces Leslie suenan entonces como debieron sonar las trompetas en Nínive.
Luego de los Sunday Drivers, Maeso montó un grupo soul espectacular, Speaklow, al que vimos una venturosa noche en Albacete, en el desaparecido local Hi-Fi de la calle Carretas. Julian Maeso iba en aquel bolo de Booker T. Jones y esas cosas de negros. Magnífico para quien estuvieran en aquella inolvidable sesión. Luego llegaría la larga travesía del desierto con unos y otros (Sweet Vandals, M Clan) y hasta con algún parón forzado por las circunstancias. En esa época de flacas es cuando se gestó este monumental doble, haciendo buena la teoría que contamos algunos de que cuando la cosa coyuntural flojea suele dispararse la creatividad.

Dreams are gone se divide en dos partes, dos discos, en los que pudiera servir la tópica valoración de que uno es eléctrico y el otro acústico. No es exactamente así. Maeso utiliza el primero álbum  como una  sincera declaración de principios rock abundando en una extraordinaria exhibición del género tal como se entendió en sus orígenes californianos, costa oeste americana, con todo lo que conlleva de blues y mítica sonora. Para empezar,  el tema  A Hurricane is coming lo utiliza como un punzón que abre la caja de los truenos, lo que se va a escuchar a lo largo de los siguientes nueve temas, una exhibición de estilo y fuerza a la altura de bandas míticas o de sensaciones actuales como Endless Boogie. La coral utilizada ya prepara también todo lo que llegara después. Inmenso. Lo corrobora rápidamente en Who need´s what, o cómo repasar todos los códigos del rock and roll en tres minutos. Maeso lo hace con su voz apagada, carrasposa, como baqueteada y maltratada por la carretera y los humedales. Así lo hacía Nils Lofgren, por ejemplo, en su álbum Cry Tough del 76, antes de irse con Bruce Springsteen como segundo guitarrista. A mi aquello me pareció colosal. También me recuerda a Gram Parsons con  Emmylou Harris de compañera en el GP del 73, como hace Julian Maeso con Maika Edjole o Susana Ruiz o Angie Sánchez. Estas canciones tienen todos los tics de Tom Petty y los Heartbreakers. Hay algunas, como Tears come from you, que no puedes pensar que haya sido grabada en España. Bárbaro el disco cañero.

El segundo álbum, el “acústico”, no es tal que así, ya lo hemos dicho, es más bien una escrupulosa y bien pensante selección de baladas realizadas con un gusto exquisito y el momentazo que pueda ostentar el mas fino gourmet de Sausalito. También lo hemos dicho: cuidado al mínimo detalle en la instrumentación (acordeones, slides, todos los matices hammond) y unos adornos vocales brillantes. Otra obra de arte donde surgen las comparaciones con el Dylan más ajustado a su mitificación (el de Blonde on Blonde), o el David Crosby más intenso. Bien, no es ninguno de ellos, es Julian Maeso, que durante un tiempo ha trabajado en casa (al loro), sólo o con amigos muy preparados para dejar una obra para la posteridad. Inédita en España, sorprendente, y que hará felices a todos los que, como yo, defendemos la lengua madre del rock and roll y sus orígenes.

Publicado originalmente en STONE el día 13 de noviembre de 2013.

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