16.5.11

Las Noches de Vania



La agilidad felina le viene del desdoblamiento, de ésa cierta maestría que tienen los gatos para la picaresca. Suelen ser expertos en los metros finales y aparecer de la nada. Vania Cuenca es un músico escurridizo y brota del espacio oscuro, el reservado para los contrabajistas, dueños de ése sonido que irrumpe desde el fondo de la habitación. Súbitamente se hacen un hueco y ocupan el primer plano.


Ocurre en las jam del Pussy Wagon. Pocos saben que esas reuniones masivas de músicos, cada primer viernes de mes, son provocadas por su función proselitista. Con Julio Guillén forman la pareja perversa que mueven, agitan, queman, la nueva autocracia, la del teléfono móvil. Guitarras de diversos matices, baterías formidables que bullen de las escuelas, saxos, trompetas, clarinetes, armónicas, se dan cita para recibir el nuevo mes en el garito de moda. A golpe de cerveza y risotadas. Roy Hargrove, el trompetista de Texas, estuvo allí. Lo saben en Barcelona y en Madrid. Julio y Vania estuvieron aquella noche con él. A Julio se le veía desde las escaleras de entrada. A Vania no, Vania andaba sobre alguna rama del micro-escenario, atrapando alguna nota escondida que guardaba el Listen here de Eddie Palmieri, un suponer. El Pussy Wagon debería dar de cenar gratis a los músicos que van a tocar allí ésos días. Lo hacía Henry Minton, el dueño del Milton Playhouse en Harlem en los años cuarenta del pasado siglo. Cada lunes llegaba Thelonious de tocar en una boda y se zampaba un buen cuenco de alubias. La pasta estaba reservada a Charlie Parker. A veces llegaban los que tocaban en el Teatro Apolo que los lunes cerraba. Así nació el be-bop. En el Pussy está naciendo el nuevo jazz de Albacete, que no es cosa baladí. Aún no es bop, pero pronto llegará, seguro.


Una noche de crudo invierno fui a ver a mi amigo Scarhands a su pueblo, Casas ibáñez y me topé con Julio Guillén y su pianito acompañándole (luego a luego habrá que hacer una donación para comprarle un piano de cola, haremos fiesta cuando lo estrene). Mientras me sentaba escuchando los bufidos de Juanito Vinuesa, vi a Julio y al instante... a Vania. Me pegó un latigazo con un tapping a dos manos como anunciando que la música empezaba allí. Deliciosa Mercedes Gull a la voz -¡ya tenemos vocalista en la ciudad!-, delicioso el concierto de la Manchuela.


El otro día fue mas evidente. Los dos compinches andaban con el batería José Miguel Sarrión tocando a Eric Satie, Sting -An englishman in New York- y cosas tan profundas como John Coltrane y Sonny Rollins en la cafetería del Teatro Circo. "Lo que ha costado esto", pensé para mis adentros teniendo en cuenta que hace diez años no existía una puta banda de jazz en Albacete. JazzWok es el nombre que se han puesto, pero ahora podemos nombrar hasta una docena de agrupaciones en la ciudad, lo que no sorprende por tanto la obstinación que tiene Vania con el Pussy y sus Jams. Carlos, Honky Tonky, Sánchez me anuncia además que los JazzWok estarán con él en su próxima aparición pública si no se le desvía el tabique nasal o le aparece una fístula en el peroné, que con él nunca se sabe.


Así que ahora, habrá que buscar el garfio de Vania cuando salgamos de caza. Donde lo encuentres habrá música, incluso hasta viajando a Villamalea, su pueblo, que tampoco está en el viejo Oriente como quien dice.


Fotos: M.A.Romo

1 comentario:

polikosaurio dijo...

Grande, Vania. Me dió clase en 4º de la eso hará como 2 años y pico. No obstante, personaje de culo inquieto como es él, más le vale dejarse los lares administrativos y pedorros de los institutos para mostrarle su vocación al mundo. Qué poco reconocido está este muchacho >.<