26.9.10

Joe Lovano en Albacete




Ha llegado el bop

Si uno tiene un padre, músico de jazz, que desde pequeño te está mostrando su fachada más dinámica, te regala un saxo como el que le compra a su hijo unos Juegos Reunidos Geyper, te lleva a recónditas y sesudas sesiones con colegas, te compra discos de Dizzy Gillespie, James Moody o de Ronald Kirk, el africano, no es raro que el resultado sea que salgas un Joe Lovano, o lo que es lo mismo, uno de los interpretes actuales más cotizados del mundo del jazz.

Ya, si descubres en esas circunstancias a John Coltrane y te apuras en él, lo más probable es que tu tendencia sea la del afinador y esteta del mejor bop y la apertura a todas las puertas del Jazz Libre. Sí, a Lovano le ha ocurrido todo esto y por eso es quien es hoy. Lo mejor que ha hecho ha sido, y eso conlleva bastante riesgo, activar y remover la historia del género radicalmente, sin cortapisas ni condicionantes de sellos discográficos ni público. Ha rescatado la naturaleza de Coltrane y la mejor cualidad del free-man, en dosis excelentemente administradas. Para ello ha llevado una carrera minuciosamente cultivada: mucho concierto adolescente viendo a Ornette Coleman o a Jimmy Giuffre, tipos de orfeones eminentes; o asistencia a Berklee, ése santo lugar en Boston que ya debían nombrar pronto patrimonio de la humanidad. En la gran escuela jazzística de Norteamérica conoció a John Scofield, a Bill Frisell, por nombrar a dos con los que pronto montó banda y cuando se quiso dar cuenta ya estaba tocando en la gran orquesta de Woody Herman.


Con todo ello Lovano no adopta influencias, las absorve y las reparte teniendo en cuenta con quien está y cómo dosificarlas. Escuchándole ahora con el pianista, tristemente infravalorado, James Weidman, su magisterio es exquisito. Joe Lovano posee en abundancia el sentido de la espontaneidad que siempre ha caracterizado a los mejores improvisadores. Sus arreglos de temas tradicionales son absolutamente personales y libres, desenvueltos, con ése toque de naturalidad que sólo poseen los grandes. Entre sus músicos, Weidman es simplemente brillante en todo y no se encuentra la razón al formidable descuido de su importancia en la pomada jazzística. Delicioso y refinado, el pianista es el contrapunto a todo el artificio de Lovano, como lo son los dos baterías, dos, que se gasta el de Cleveland en otro ejercicio más de poderío conceptual (Otis III Brown y Francisco Mela Dumbek). Su último álbum, conocido, Folk Art, es una lección del jazz de toda la vida, del jazz que tocaba Charlie Parker, Lester Young y, por supuesto, el último John Coltrane. Así lo ha reconocido la crítica de Downbeat, la revista más prestigiosa de jazz de Estados Unidos, quien le ha otorgado los premios de Mejor Artista de Jazz, Mejor Saxofonista y Mejor Grupo de Jazz del año 2009.




Joe Lovano y su banda estarán en el Teatro Circo de Albacete el día 4 de noviembre de 2010.


Formación: Joe Lovano (saxophones); James Weidman (Piano); Otis Brown III (Drums); Francisco Mela (Drums;); Petar Slavov (Bass)...
Pues no. Ahora resulta que no vienen Weidman ni los baterías habituales. La Agencia española pone el caramelo y luego te lo quita. Vaya. Definitivamente la formación será Lovano y Slavov, con Salvatore Bonafede, piano y Jorge Rossy, a la batería.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Joder, que ganas tengo de que llegue!!!

Del resto del cartel se sabe algo??

Un abrazo,

Jorge C.