15.6.10

Fallece el músico albaceteño Cristóbal Martínez




La maldición de Moon

Otro nuevo mazazo para la comunidad musical albaceteña. Igualmente incomprensible e insoportable que los desgarrones vividos recientemente con Toño Atiénzar o aquel otro infierno que tocó sufrir en una época determinada con Alberto Cano, Manolo Carrión o Ferni Gil. Menciono a los que conocía particularmente y es normal que no lo haga -pido disculpas- con quienes se escapen de mi memoria personal. Ojalá y sea uno o ninguno. El turno, fatalmente, es ahora con Cristóbal, Cristóbal Martínez-Heretic o Martínez-Carpe Diem, a quien recuerdo como batería de éste grupo a la también edad de 15 años, como, lo pienso, cuando conocí a Toño Atiénzar. La perplejidad es la misma: jóvenes llenos de vida que nos roba el tiempo. Incomprensiblemente. Injustamente. Pero se los lleva. A Cristóbal sólo le conocí de segundas o terceras, es decir, por mera coincidencia eventual, pero me consta la herida que ha debido causar a toda la tropa de músicos locales y nacionales. Un tipo que participó también en bandas como Cirujano Escocés o Hermano Lobo, además de colaborar con infinidad de grupos, apoyando en labores de transporte, producción, abastecimiento (mientras escribo me viene a la cabeza Lázaro -Albéniz- con su pena arrastrada y se me parte el alma) no tiene que pasar desapercibido. Cristóbal era conocido en toda España por haber trabajado como backliner y road manager de bandas como Chucho, Centinela, Rollers, M-Clan, El Sueño de Morfeo, Los Galván, y un largo etcétera. O sea, uno de los nuestros. Otra maldita necrológica que se lleva parte de un capital impagable, el de los imprescindibles, el de los que siempre andan por ahí en esto del musiqueo.


En los últimos meses, Albacete se resiente de la pérdida de dos formidables baterías. Vale, es una coincidencia, pero es absolutamente cierto que ambos formaban parte de toda una alta escuela del rock. La de Cristobál asentada en un futuro más que prometedor: actualmente trabajaba en labores de promoción y edición de nuevos grupos en el proyecto El Manicomio Records, junto a los miembros de El Canto del Loco. Cristóbal era excesivamente joven, lo que convierte su desaparición en un insulto a la creación y el destino y a Keith Moon en un condenado apóstol de las maldiciones.

(foto: Cristóbal sonorizando a Los Galvan. Cedida por Molusco Records)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué triste dejar un cuerpo joven y qué huérfanos nos quedamos al perder a un hermano de nuestros hermanos.

Cuántos proyectos jamás verán la luz y con qué rabia se emprenderán muchos otros en tu recuerdo y con tu fuerza.

Hoy el cementerio se llenó de esa perplejidad del que ansía que todo no sea más que la maldita pesadilla que parece.

Hoy han llorado, desde fuera o desde dentro, pero tan orgullosos como desamparados, esos humanos (grandes macarras) que te rodearon.

A ti, gracias por haber compartido con nosotros tu corta e intensa existencia. Y, a tu gente más cercana, enhorabuena por la lección de amistad y compañerismo que hoy han dado en tu despedida.

¡Sois enormes!

P.D.: Juan Ángel, pedazo de necro.

Janfri dijo...

Te quiero Cristobal, imposible de digerir la perdida de alguien tan joven, tan querido y tan buena persona.

Anónimo dijo...

Cristobal fue mi profesor en un curso de informatica musical, tuve la oportunidad de tratarle y solo puedo decir que era una excelente persona. Que pena

Agus dijo...

Si hay algo que puedo destacar de Cristóbal era su entrega absoluta: siempre lo daba todo, siempre tenía una sonrisa, nad le daba pereza, siempre tenía una disposición excelente hacia los demás. Es sin lugar a dudas una de las que más me ha hecho disfrutar de la vida, simplemente contagiándote de ese buen rollo que en él era constante. El mundo es un lugar muchísimo peor desde hace unos días. Sólo espero que los que lo quisimos podamos aspirar a parecernos un poco más a él.